lunes, 24 de noviembre de 2008

¡Venezuela, la hora de la verdad!

10-09-08 - Eduardo Guerra
Esta frase la hemos escuchado muchas veces a lo largo de los últimos nueve años, y afortunadamente la hemos podido repetir, escapando con suerte del desastre final. Pero, ¿ahora será distinto? La verdad, es difícil contestar, la situación es compleja y entenderla lleva tiempo, implica vivir el día a día de la Revolución Bolivariana; no basta con observarla desde fuera, quedándose solamente con las denuncias de la oposición y las réplicas del Gobierno. Los últimos cuatro meses del año 2008 serán determinantes para el futuro de Venezuela. El presidente Chávez sabe que esta puede ser su última oportunidad para acelerar a fondo su revolución. Vive un momento desquiciante, se arriesga, se lo juega todo, a ver cómo le sale. No dudamos que tenga una planificación y que cuente con un plan B, al menos ha demostrado que es astuto y que esta perfectamente asesorado por su tutor mayor, Fidel Castro.
Hasta ahora ha podido jugar a ser el líder mundial del socialismo del Siglo XXI, gracias al ingreso petrolero. Se estima que en su periodo de gobierno, Venezuela ha percibido 700.000 millones de dólares, mucho más que todo lo ingresado en los cuarenta años de democracia de la Cuarta República. Quizás sea la última gran oportunidad para un país que vive hoy por hoy, absolutamente de su riqueza mineral y para colmo la está perdiendo, la está malbaratando.
Chávez se dedicó a crear un estado paralelo al ya instituido, creó la fórmula de las misiones para compensar su ineficiencia como gobierno, las dotó de grandes presupuestos; al principio funcionaron algunas, pero finalmente la corrupción se lo comió todo. Ha llegado al punto de inventarse un Banco Central paralelo, el Fonden; mantiene un férreo control de cambio desde el año 2003, que lo hace dueño de todas las divisas del país, y aun así no puede controlar la inflación, por cierto la más alta de América Latina. Decidió tomar el control de absolutamente todo, la economía, las empresas, la educación, la sociedad, la salud, la justicia, todo... Y le ha sido fácil, sin mucha resistencia, con el método de dos pasitos p’lante, un pasito p’tras. Con el bozal de arepa, como decimos en Venezuela. Se apoderó de las instituciones creadas por la democracia, se aprovechó de ellas para luego destruirlas, llegó legítimamente al poder para luego burlarse del electorado.
Por un error político, la oposición le puso en bandeja de plata la Asamblea Nacional, y ésta a su vez renunció a su deber de legislar y le otorgó una habilitación única en la historia del país. Parafraseando al propio presidente, entre gallos y medianoche nos clavó 26 nuevos decretos leyes, y amenaza con pedir otra habilitante para clavarnos 26 leyes más. De momento va ganando, hasta las Fuerzas Armadas ya se llaman Bolivarianas.
Los problemas reales de la economía los pretende resolver con retórica política, echándole la culpa a las cúpulas podridas de la Cuarta República. Poco a poco ha pasado de las amenazas a la realidad, interviniendo directamente en varios sectores: las universidades, que afortunadamente se resisten; las empresas procesadoras de alimentos, la siderúrgica; las fábricas de cemento; la empresa de telefonía Cantv; la electricidad; los medios de comunicación, todo lo que se le antoje, lo que considere que es de valor estratégico para el Estado... Autoritarismo militar en esencia. Ahora le toca al sector bancario, les acaba de clavar la ley de las tarjetas de crédito, aunque un grupo de banqueros no les importe mucho, porque han ganado demasiado dinero con los jugosos negocios que los sucesivos ministros de Finanzas les han proporcionado. En ese marco se inscribe la compra del Banco Venezuela al Grupo Santander.
En este panorama, en noviembre llegaremos a las elecciones de alcaldías y gobernaciones en Venezuela, y a la elección del nuevo presidente de los Estados Unidos, que también influye en el mundo. La Revolución Bolivariana llega cansada, llena de contradicciones entre ellos mismos. La oposición a pesar de sus defectos, ha logrado unirse en 19 estados de 23, y en más de 200 alcaldías, y todavía les queda competir en unas primarias, para ir unidos con una sola estrategia y así propinarle una segunda derrota segura, similar a la del 4 de diciembre de 2007. Es verdad que Chávez controla y cuenta con el apoyo del CNE, de las milicias, de todo el poder del Estado, el que usa abusivamente, sin pudor, pero aun así puede perder.
Para finalizar este análisis, toca recordar que la economía mundial sufre una fuerte recesión, que el valor del barril de petróleo ha retrocedido de manera importante, de casi 140 dólares el barril en junio 2008, ha pasado en septiembre 2008, el West Texas, a 97 dólares el barril. En ese escenario económico, el Gobierno de Hugo Chávez no podrá sostener las misiones, no podrá cumplir con ninguno de los regalos que hace por el mundo, no podrá seguir favoreciendo a sus amigos argentinos (se estima que Venezuela ha regalado a la Argentina 7.000 millones de dólares comprándoles los bonos de deuda pública) o a los amigos cubanos (se estima que solamente en factura petrolera les ha regalado 3.600 millones de dólares). Si por desgracia o por fortuna, el precio del barril de petróleo cae a niveles de 70 a 80 dólares por barril, Venezuela será un caso para la Cruz Roja, como un día lo vaticinó don Arturo Uslar Pietri. El país gasta más de lo que entra y eso no lo soporta ninguna economía.
Petróleos de Venezuela, Pdvesa, ya no aguanta. De 40.000 empleados y obreros que tenía antes de paro del 2003, pasó a tener 20.000 empleados después de despedir a los más calificados, y ahora sin control alguno ya tiene cerca de 52.000 personas a su cargo. Produce de todo, simula que hace de todo y todavía produce algo de petróleo.
Que Dios nos agarre confesados. La esperanza de un cambio pacífico está en las elecciones del 23 de noviembre, en la vitalidad y entusiasmo de los estudiantes, en el cansancio de la población, y quizás en el liderazgo de la oposición. De pronto servirá como un muro de contención ante el embate robolucionario para mal llegar a 2012, año de elecciones presidenciales. Chávez no se irá por las buenas. Cuando ya no pueda seguir engañando al pueblo, ni comprándolo con falsas promesas y dádivas, entonces sabremos si en verdad la Revolución tenía pies de barro... o era tan fuerte como siempre aparentó. Sin perras no hay paraíso. Sin dinero la revolución bolivariana es una ficción.

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